La lista de los indeseables
Entre los enemigos del fair play suelen destacar los violentos. Cualquier clasificación de futbolistas indeseables ha de incluir, por ejemplo, a los Montero, padre e hijo. El padre, Julio Montero Castillo, formó en el Granada, con Fernández y Aguirre Suárez, una de las defensas más brutales de todos los tiempos. El hijo, Paolo Montero Iglesias, pasó a la historia como el jugador con más expulsiones en la Serie A italiana pese a jugar en un equipo tan protegido como la Juventus. Habría que añadir a la lista gente como Vinnie Jones, Marco Materazzi, Andoni Goikoetxea, Nobby Stiles o Jorge Costa. Abundarían los candidatos: los killers del fútbol son fáciles de reconocer y recordar.
Sin embargo, si la lista tuviera que hacerla yo, no estaría encabezada por un honesto rompepiernas. El matón de la cancha es víctima de la escasez de recursos técnicos y, con frecuencia, de las órdenes del entrenador. Actúa a la vista de todos y acumula sanciones. Sus propios rivales, con el tiempo, sonríen al evocarlo. No, nada de killers. En mi lista, los dos puestos de honor quedarían reservados para dos futbolistas excelentes. El primero, Pavel Nedved, balón de oro en 2003. El segundo, el ex sevillista Christian Poulsen. Curiosamente, ambos pertenecen ahora a la Juventus.
No se trata de una simple manía personal, aunque también. En febrero de 2006, un par de aficionados interistas abrieron en Internet una página de nombre explícito, www.nonstimonedved.tk, para anotar las hazañas antideportivas del centrocampista checo. Semana a semana, la página fue agregando otras figuras reprobables. Debido al éxito, se ha convertido en un libro, de reciente publicación en Italia. Non stimo Nedved & tutti gli antisportivi constituye un útil sumario (con testimonios de otros futbolistas como Gattuso, Mexes, Pirlo, Zambrotta y Cannavaro) para acusar a Nedved y Poulsen, dos especialistas de la provocación, el juego sucio y el engaño al árbitro.
Poulsen no es un hombre popular en Italia. Su empecinamiento en tocar, literalmente, los genitales de Totti durante un Italia-Dinamarca (2004), logrando que el romano le escupiera y fuera sancionado, y sus pataditas y pellizcos a Kaká durante un Milan-Schalke (2005), rematadas con una tarjeta amarilla para el brasileño cuando éste se le encaró, permanecen en la memoria. Tampoco es un hombre popular en su país. Tras su indecente actuación en un Dinamarca-Suecia, culminada con un puñetazo a un contrario, el ministro de Justicia danés, Lene Espersen, pidió que Poulsen fuera apartado de la selección. Ocurre, sin embargo, que estos jugadores hábiles y sucios resultan demasiado útiles para su equipo. Poulsen sólo sufrió una reprimenda oficial de la federación.
Nedved pega menos, aunque pega lo suyo. Su máxima especialidad consiste en pegar y caer entre alaridos como si acabaran de amputarle en vivo una pierna. Quizá por su aspecto de niño bueno, quizá por su talento dramático, los árbitros pican siempre: en vez de pitarle la falta en contra, se la pitan a favor. Y, con un poco de suerte, amonestan a la víctima. Nedved consigue así decenas de tiros libres cerca del área que suele ejecutar él mismo. Consigue también exasperar al adversario. Y crear en torno a sí una total ausencia de deportividad. Citaré un ejemplo del 5 de octubre de 2003, durante un Juventus-Bolonia. Zambrotta tropezó y cayó en el área contraria y el árbitro, parcialmente tapado, pitó penalti. Zambrotta se levantó y fue hacia el árbitro para confesarle que no había existido falta. Nedved se lanzó sobre su compañero y, tras frenarle, le convenció de que callara. Puro fair play.
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